¡SE METIERON CON LA GENERACIÓN EQUIVOCADA!
- Punto Seguido UPC
- 25 nov 2020
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 30 nov 2020
En medio de las protestas que terminaron con la vida de dos jóvenes y la renuncia de Manuel Merino, la juventud toma la posta y se convierte en protagonista del cambio. Un abrir de ojos a la escena política.
Escriben: Ernesto Bardales, Diego Samalvides, Joyce Castillo, Sec Min Salinas.
Protestas. La juventud mostró su indignación ante la corrupción
La vacancia del Congreso contra el expresidente Martín Vizcarra despertó la indignación de la población. Las multitudinarias manifestaciones tuvieron como protagonistas a un puñado de jóvenes, quienes han sido bautizados como la “Generación del Bicentenario”. Compatriotas que anhelan un país sin corrupción, sostenible y con igualdad de oportunidades, donde se respete y reconozca la diversidad nacional. Como lo señaló el ministro de cultura, Alejandro Neyra, son jóvenes que se movilizan para encontrar soluciones a grandes y pequeños problemas con el fin de desarrollar un país mejor.
Un Perú en construcción
Liu Solórzano Agüero (19) y Gianella Donayre Quispe (23) son estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ellas forman parte de la Generación del Bicentenario. Tras haber vivido su primera marcha como estudiantes junto a sus compañeros, las futuras comunicadoras nos detallan la experiencia de luchar por un mismo ideal: recuperar la democracia y obtener un futuro mejor.
“Lo que a mí me incentivó es el accionar de los congresistas para vacar al presidente. Me indignó que hayan tomado esa decisión. Está bien que existan investigaciones contra él, pero la acción no fue correcta”, sostiene Solórzano desde la ventana de Zoom. Además, Donayre argumenta otro de los motivos de salir a protestar y que se podía observar en los carteles que rondaban por las calles de Lima: el repudio a la clase política tradicional y la corrupción. “Decidimos marchar porque estábamos cansados de todo lo que ocurría en la política. De todos los intereses que estaban debajo de la vacancia”.

Carteles. No faltó la creatividad de los peruanos para evidenciar su lucha.
Pero esto no es lo que recuerdan las estudiantes. Hubo situaciones emotivas en las marchas. Lo más reconfortante que Gianella recuerda fue el resguardo de los alumnos de la Universidad Antonio Ruíz de Montoya cuando el presidente Francisco Sagasti tomó juramento a la presidencia. “Como habían personas desaparecidas en las protestas, un grupo de estudiantes de la UARM se dedicaron a proteger a todos los alumnos de otras universidades. Fue un buen gesto porque trajeron escudos reciclables para enfrentar a la policía, crearon grupos de WhatsApp para monitorear a todos y, si no contestabas, te llamaban. Es la unión que caracteriza a nuestra promoción”.
Junto a toda la Generación del Bicentenario, las estudiantes tienen la esperanza de que este sea un primer paso para el cambio de nuestro país. “Porque esta generación es de armas tomar para luchar por su democracia. Una generación democrática, graciosa, irónica, pero que sabe su objetivo, sabe por dónde está el camino para construir un país mejor” nos dicen.
Voz en alta
Punto Seguido habló con las protagonistas del cambio. Una de ellas es Emily Farias(22), estudiante de la carrera de ingeniería ambiental en la Universidad Privada del Norte. La joven mostró su indignación frente a la crisis. Detalló que: “Esta generación tiene un pensamiento muy diferente de lo que se tenía antes. No solo políticamente, sino en aspectos como en buscar trabajo y un mejor futuro para todos”.
Además, se refirió al rol que ha mantenido la juventud ante la coyuntura en años anteriores. “Yo creo que los jóvenes que se encierran en su mundo son consecuencia de lo que nos muestran las noticias”. También remarcó la importancia que tiene el activismo juvenil. “Nos hemos percatado que no podemos vivir encerrados sabiendo que en la calle todo está mal”, puntualiza.
Otra de las protagonistas es Andrea Sandoval (24). Ella es egresada de la carrera de diseño gráfico en el instituto Avansys. Por su parte, se refirió sobre el proceso de adentrarse a la realidad nacional. Si bien no era cercana a la política, empezó a investigar sobre todo lo que ocurría. “Desde mis redes sociales compartía los estados de mis amigos que asistieron. En la televisión no pasaban todo lo que estaba sucediendo en las marchas”.
Motivada por ayudar a sus amigos, hizo afiches para que pudieran ser compartidos e imprimidos.
Ellas son unas de las miles de jóvenes que participaron de la marcha. La forma de querer mejorar el país es uno de sus anhelos. “La mejor opción es escuchar nuestra voz”, añade.
Rasgos de una juventud comprometida
¿Sabes qué caracteriza a la Generación del Bicentenario? En esta edición especial de Punto Seguido te lo contamos.
Actividad en las redes
¿Por qué se le ha denominado “Generación del Bicentenario” Según la socióloga Noelia Chávez, la narrativa política responde a generar una identidad entre las diversas personas que protestaban en defensa de la democracia. “¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!”, señaló Manuel Gonzalez Prada en un discurso en el Teatro Politeama en 1888. Cita que podría describir la circunstancia de una juventud oprimida que empieza a dar sus primeros actos políticos.
Motivados por el ímpetu de los jóvenes, Punto Seguido conversó con el analista político Pedro Tenorio sobre el papel de la juventud y su activismo en redes sociales. Sobre ello, destacó el rol activo que tiene en la política peruana. “En la campaña electoral del 2016 fuimos testigos de su protagonismo. Estoy convencido que luego de las fiestas de fin de año los políticos se moverán por esa vía. Es un fenómeno que estamos viendo en distintas realidades sociales”, asegura.
Por su parte, se refirió al alcance que tienen las redes sociales para la Generación Bicentenario. “Los jóvenes movilizan a sus familiares y amigos como no lo habíamos visto nunca, pues no teníamos una audiencia tan directa. Podíamos hablar en la casa, pero ahora desde las redes sociales la juventud pueden llegar a más personas”, agrega. Este panorama ha permitido qué el sector estudiantil quiera enterarse de todo lo que se entreteje en el poder. “Esta situación me deja la sensación de un país que quiere ser escuchado y que no se siente adecuadamente representado”.
Tres millones de peruanos presentes en las calles exigían el fin del régimen de Merino aunque, como lo menciona Tenorio, las manifestaciones también estuvieron presentes en las redes sociales.
Sin duda, este tipo de marchas han sentado un precedente histórico. Somos testigos, por primera vez, de un acontecimiento que nos demuestra la unidad y valentía de una nueva generación que no quiere ignorar las impunidades del Congreso, logrando que la bandera nacional pueda flamear con mayor fuerza.
Las manifestaciones han derribado creencias. Siempre se ha creído que la juventud estaba desconectada de la realidad. Las redes sociales, una de las plataformas más criticadas por la generación pasada, han servido de herramienta para demostrar su indignación. El mismo día que fue vacado Vizcarra, el #Merinonoesmipresindete alcanzó 165 millones de visualizaciones en la famosa plataforma TikTok. Durante los siguientes días, las etiquetas #EsteCongresoNoMeRepresenta tuvo 22.8 millones de vistas y #MarchaNacional 20 millones, según Milenium Group.
En una entrevista realizada en RPP Noticias, la integrante Esperanza de la Generación del Bicentenario, informó que fue partícipe del grupo que desactivaba bombas lacrimógenas, y sostuvo que la información les llegaba por las redes sociales. Además, los implementos que requerían para concretar su labor los obtenían por cadenas de solidaridad. Mientras que adolescentes que no pudieron marchar por temor al contagio, demostraron sus habilidades. Los jóvenes creaban post con información de lo que sucedía, compartían advertencias para prevenir cualquier accidente y también videos; los cuales transmitían mensajes de esperanza y unión.
Testimonio:

La noche detrás del 14 de noviembre
Eran cerca de las 8 p.m. del lunes 9 de noviembre después de la votación de la vacancia cuando Matt Apolinario de 20 años, estudiante de la carrera de Comunicación y Periodismo, decidió asistir a la plaza San Martín para protestar contra la decisión del Congreso. “Fui porque iba a ocurrir una inestabilidad política. Existía una emergencia sanitaria de por medio y añadirle una crisis política gratuita me parecía excesivo. Personalmente, me siento decepcionado de la clase política”, revela.
Matt es una persona que le apasiona la política. Ha ejercido siempre el derecho de protesta. No es la primera vez que asiste a una. Podría ir así asistieron pocas personas. Él, como muchos otros jóvenes, ha vivido todas las marchas nacionales que se convocaron para retirar a Manuel Merino del poder. Con el pasar de los días, y desde su red social, se enteraba de las noticias y podía ver los enfrentamientos en la plaza San Martín. Decidió terminar sus actividades académicas y emprender una nueva lucha por recuperar la democracia. Coordinaron con unos amigos para encontrarse en el puente Trujillo y se toparon con un cerco policial que obstruía la entrada por la Plaza de Armas. Se perdió entre el tumulto y llamó a su hermano, quien se estaba con un grupo de amigos por el Palacio de Justicia. Este se dirigió hacia allá y empezaron a recorrer un camino hasta la Plaza San Martín. “El congreso era la meta, pero la policía estaba cerca y no podíamos movilizarnos hacia allá”, señala.
En el punto de acopio, un helicóptero que rondaba por los aires pareció llamarle la atención a Matt. “Lo curioso es que ningún policía empezó a lanzar bombas lacrimógenas desde los cercos policiales. No sabría cómo corroborarlo, pero sentía que era gas pimienta lanzado por el propio helicóptero con el fin de dispersar a los manifestantes.” Eran las 8 de la noche. Se retiró porque tenía que realizar terminar un trabajo. Al llegar a su casa, cerca de las 9 p.m. se enteró que habían empezado a gasear y golpear a los manifestantes. Con dolor en el pecho, decidió esperar la próxima manifestación.
Un día antes del 14 de noviembre, empezó a reflexionar sobre las protestas que ocurrieron durante la semana a través de material audiovisual en Youtube. “Vivo la política a plenitud.” asegura. Estuvo pendiente en sus trabajos, pero con la cabeza en lo que ocurría en la coyuntura. Y con esa fortaleza que lo caracteriza estuvo preparado para asistir el sábado por la tarde. Aquel día, Matt despertó tranquilo. Mientras pasaban las horas iba alistando sus diferentes herramientas de protección: lentes y una máscara que había comprado en un supermercado. Como sabía que iban a concurrir muchas personas conversó con amigos para empatarse en la protesta, pero ninguno lo logró sin éxito. Así que fue con su hermano y dos amigos más. Cuando llegaron, empezó a visualizar muros policiales en todo el Centro de Lima. “Tenía una teoría. Cuando logré observar distintos grupos policiales a nuestro alrededor, sentí que iba a pasar lo mismo del jueves: que nos querían encerrar para asfixiarnos con el gas lacrimógeno”, enfatiza.
Llegó porque quería hacer el recorrido clásico de todas las marchas. Estuvo dando vueltas junto a sus amigos en el Palacio de Justicia durante treinta minutos hasta que una amiga de su hermano le advirtió que todo había explotado en la avenida Abancay. Cerca de las 7:30 p.m. enrumbaron un camino sin fin que lo llevaría directo a la guerra. Cuando Apolinario llegó al parque universitario, las bombas de gases lacrimógenos empezaron a correr por toda la calle como bolas de fuegos artificiales. Vio a una persona sin aparentes signos vitales mirando hacia el cielo. Lo cargaba un grupo de brigadistas de la primera línea. “Parecía muerto”, asegura.
Frente a él estaban varios chicos de su edad con conos, botellas con bicarbonato y otros materiales para desactivar las bombas que lograban disuadir a los manifestantes. “Estar luchando por un mismo ideal, junto a otras personas, te motiva” dice. Con el pasar de los minutos, el hermano de Matt estaba nervioso. Junto a sus amigos empezaron a tener diferentes problemas. Estaban llorando, vomitando y a punto de desmayarse. De inmediato, los llevó a la zona de la cruz roja para ponerlos a buen recaudo y no permanecer en la zona violenta.
En la avenida paralela a Abancay, el joven estudiante, junto a un grupo mínimo de 20 personas, empezaron a resguardar con el fin de impedir que un cerco policial pueda penetrar y disuadir a la masa restante que se estaba recuperándose de las bombas lacrimógenas. “Si no protegíamos esa calle, fácilmente hubiera existido más gente muerta”, argumenta.
“¡Vamos, Perú. Somos el pueblo!”, cantaban.
Todo se empezó a agotar. La guerra estaba en su contra. El agua con el bicarbonato no era suficiente para evadir las bombas. La respiración se cortaba. El llanto irrumpía por toda la calle, pero ellos estaban frente a frente contra la policía.
“¡Vamos, Perú. Somos el pueblo!”, cantaban y, en minutos, lograron disuadir el cerco de seguridad. “No hubo ningún equipo de prensa por el lugar. Yo lo viví”, relata.
Esa noche, se salvó de morir. Estuvo en la primera línea, así que decidió volver a la zona donde estaba su hermano, quien estaba vomitando. Todos sus amigos tenían los ojos llorosos. Estaban reventados. Apolinario no quería irse: “Hay que tener aguante para estar ahí.”. Frustrado, se fue con el remordimiento de que pudo dar más.
Cerca de las 12 a.m. Matt llegó a su casa con la noticia de que habían fallecido dos personas que se encontraban en la avenida Abancay, lugar donde él se encontraba. “No sabía decir si vi a Inti o Bryan cuando llegué, pero sentía que tenía la muerte cerca de mí y no podía creerlo.”, delira. Un nudo en la garganta y el silencio cubre su cuerpo.
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