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Mitomanía bicentenaria y el hobby del terruqueo

  • Foto del escritor: Punto Seguido UPC
    Punto Seguido UPC
  • 28 nov 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 30 nov 2020

Durante la semana más crítica de la crisis política en nuestro país, las redes sociales y noticieros televisivos se saturaron de información, pero acaso todo lo que leíamos, veíamos y escuchábamos ¿era cierto?

Escriben: Valeria Flores, Raquel Garate, Nicolas Sousa, Claudia Storace.


Durante los seis días de mayor tensión política, los hashtags #MerinoNoEsMiPresidente, #GeneracionDelBicentenario y #PeruvianLivesMatter fueron tendencia en la red social Twitter. Junto a ellos se adjuntó una plétora de noticias de último minuto, y todo lo que sucedía en tiempo real, llegando a miles de personas en cuestión de segundos.

No hay duda alguna de que las redes sociales y medios de comunicación han jugado un papel fundamental en el desarrollo del debate público durante la crisis política peruana de noviembre del 2020. Sin embargo, este poder no solo ha sido utilizado para informar sobre hechos concretos, sino también, mediante campañas de desinformación, malinformación y la creación de noticias falsas, se ha aprovechado para crear una narrativa mediante la cual diversos grupos han impulsado agendas políticas y deslegitimado a los múltiples involucrados en la situación.


El caso Willax

El canal televisivo Willax, propiedad del Grupo Wong (Corporación EW S.A.C.), no ha sido ajeno a la situación, luego de que en el programa conducido por Rafael Rey y José Barba se afirmara que los participantes en las marchas en contra de la designación de Manuel Merino de Lama como Presidente de la República portaron armas, transmitiendo una imagen de la incautación policial de una escopeta casera junto a un cartucho de escopeta de 12 milímetros. Sin embargo, esta fotografía no se tomó durante el contexto de las manifestaciones en Perú, sino en las protestas chilenas de agosto del 2019 en la ciudad de Puerto Aysén, a casi 5000 kilómetros de Lima. Sobre el mismo tema, Phillip Butters, también empleado de Willax, afirmó que era posible que las víctimas hubieran sido agredidas por los mismos manifestantes y no los policías. No obstante, no se encontró prueba alguna de que los participantes en las marchas hayan portado escopetas de perdigones o gases lacrimógenos, armas reservadas para el uso de los efectivos policiales.

Recordemos que este no es el primer caso de difusión de noticias falsas por parte del programa Rey con Barba. El 10 de mayo del 2020, un médico invitado afirmó que se había descubierto un tratamiento efectivo para el SARS-CoV-2. La agencia de fact checking Fast Check CL comprobó que dicho protocolo en base a cardioaspirina y limón no solo era inefectivo, sino también potencialmente dañino para la salud.


Otra de las controversias de Willax Televisión giró en torno al programa Beto a Saber del periodista Beto Ortiz, quien generó polémicos comentarios en relación a las marchas, siendo el más criticado el que realizó respecto a las víctimas de la agresión policial.


“Los que mueren desangrados en el asfalto no son los Bruce, ni Cisneros, ni Olivares, ni De Belaunde. No. Los que mueren reventados como siempre son los Bryans, que en el Perú son la carne de cañón de todas las guerras”.

Ortiz afirmó, además, que dentro de los grupos de protestantes también se encontraban terroristas infiltrados, desacreditando así a las movilizaciones. Según Rossana Echeandía, directora de la carrera de Comunicación y Periodismo de la UPC, la deslegitimación es el principal factor por el cual se producen noticias falsas. Inventando hechos se puede crear una narrativa que transforme la percepción de la opinión pública respecto a un suceso. Echeandía agrega que, en una era donde es tan sencillo crear contenido debido a la gran penetración de los teléfonos móviles, también es fácil que este contenido sea tergiversado con fines políticos, como sucedió en el caso de las marchas de noviembre.

Aunque no se hayan presentado acciones legales en contra del canal, las polémicas afirmaciones de los conductores de programas de WillaxTV sí han tenido repercusiones en el lado financiero de la empresa. Costamar Travel, Universal S.A y Embotelladora San Miguel han decidido retirar su publicidad de todos los programas transmitidos en el canal y, mediante redes sociales, se está instando al resto de auspiciadores como Movistar, Grupo Centenario y Gloria a hacer lo mismo.





¡Terrucos!

Terruco. Rojo. Caviar. Estos son algunos de los calificativos lanzados hacia los manifestantes durante las marchas de noviembre a pesar de que la gran mayoría de ellos no presenta una afiliación política. Según Emilio Lafferranderie, director de la carrera de Psicología de la UPC, la llamada ‘generación del bicentenario’ no tiene una ideología en común, y su vínculo es producto del malestar social y político que se vive en el Perú. Además, Lafferranderie postula que esta generación no busca liderazgo, sino una visión crítica de la sociedad.


Si es que los manifestantes no muestran una ideología en común y no están intentando impulsar a un líder en específico, entonces ¿de dónde nace el término ‘terruco’? ¿Por qué se sigue utilizando?


Terruco’ es un neologismo de la palabra terrorista, utilizada para denominar a los grupos armados en el Perú en la década del ochenta. Si bien estos grupos tenían un fin político, según el historiador peruano Nelson Manrique, se les denominó como movimientos terroristas como una manera de bloquear cualquier debate acerca de su accionar, ya que llamarlos movimientos, revoluciones o insurgencias podría tener una connotación positiva y se reconocería una motivación.


El primer registro del uso del neologismo ‘terruco’ fue en el año 1983, en una carta escrita el 25 de enero por el periodista Willy Retto tan solo un día antes de ser asesinado en el pueblo de Uchuraccay.

“Dicen [que] esa zona es liberada, o sea, zona de Sendero, ‘terrucos’, como aquí les dicen”

La frase implica que este es un término nuevo tanto para Retto como para el receptor de la carta, y es que esta transformación de terrorista a ‘terruco’ se puede explicar mediante la ‘quechuización’ de las palabras del castellano, donde se sustituye la terminación de la palabra por ‘uco’. Sin embargo, para el autor ayacuchano y profesor de Literatura de la Universidad de Huamanga, Carlos Huamán López, el neologismo ‘terruco’ también podría originarse en la palabra tuku, búho en quechua, ave que, según la cosmología andina, trae mala suerte.


No fue hasta el gobierno de Alberto Fujimori que se empezó a emplear el término para referirse y desacreditar a cualquier movilización política. El primer grupo en ser catalogado como ‘terruco’, aparte de los mismos terroristas, fue el de los defensores de derechos humanos, especialmente a los abogados defensores de aquellos detenidos irregularmente por la suposición de que pertenecían a Sendero Luminoso.


El término se adaptó para catalogar a cualquier persona o agrupación en contra del régimen fujimorista, progresistas o de izquierda, activistas de los derechos humanos, o inclusive a personas de rasgos andinos, transformando así al calificativo en insulto. El sociólogo canadiense Erving Goffman argumenta que los insultos son la mejor manera de destruir cualquier reputación, y es que al ser asociado con un delito grave como es el terrorismo se desacredita y deslegitima cualquier motivación política que pueda haber detrás de la movilización, transformando al individuo en una persona devaluada, un caso conocido actualmente es el de Rocío Silva Santisteban, quién fue acusada con información falsa y fotografías manipuladas, de relacionarse con la organización terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), asimismo se desmintió una versión que la vinculaba a Lori Berenson.


¿Constituye un delito transmitir información falsa

y terruquear?

Joaquín Missiego, docente de derecho de la Universidad de Lima y abogado penalista, afirma que sí, y que podrían ser considerados como delitos contra la fe pública bajo el artículo 427 del Código Penal con una pena privativa de libertad de entre dos y cuatro años. Missiego también recalca que la responsabilidad en un delito contra la fe pública es individual, y que en el caso de Rafael Rey y José Barba no se puede culpar inmediatamente a los conductores del programa, si no, en el caso que se abra una investigación, se deberá indagar respecto a quién fue el responsable de toda la cadena de desinformación, y si los conductores Rey y Barba sabían al respecto de la información tergiversada antes de difundirla. Si bien el canal WillaxTV ya se rectificó respecto a las imágenes transmitidas, esto no significa que no se pueda tomar acciones legales bajo el delito previamente mencionado.


Missiego también argumenta que si bien calificar falsamente a un individuo como terrorista constituye un delito contra el honor como es la calumnia, cuando se comete contra un grupo multitudinario, el caso se vuelve complicado, a menos que este grupo tenga un líder claro quien se sienta aludido por las declaraciones.


En el contexto de la crisis política de noviembre del 2020, la creación de noticias falsas ha servido de aparato polarizante dentro de la sociedad peruana. Esta situación reveló la facilidad con la que muchos sectores del país pueden ser manipulados con fines políticos, y la deslegitimación y desacreditación de manifestaciones políticas mediante la desinformación y uso de calificativos derogativos como es el ‘terruqueo’, han alzando una alarma sobre el desarrollo democrático el escenario político de las elecciones presidenciales del año 2021.

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